La Puerta de la Generosidad y Belleza, la Manifestación de los Nombres de Generoso y Bello
¿Es acaso posible que la generosidad y la munificencia infinitas, las riquezas inagotables, los tesoros inacabables, la belleza sin igual y eterna, la perfección sin fallas y duradera, no requiera de la existencia de suplicantes agradecidos, espectadores anhelantes y observadores atónitos, todos destinados a permanecer una eternidad en una morada de dicha, un lugar de reposo? Sí, adornando la faz del mundo con todos estos objetos de belleza, creando la luna y el sol como sus lámparas, llenado la superficie de la tierra con las variedades de sustento y así haciéndolo un banquete de bendiciones, convirtiendo a los árboles frutales en tantos platos, y renovándolos varias veces en cada estación del año; todo esto demuestra la existencia de una generosidad y munificencia infinitas.
Semejante munificencia y generosidad inacabables, semejantes tesoros de misericordia inagotables, requieren de la existencia de una morada de reposo, un lugar de dicha, que es eterna y contiene todos los objetos deseables dentro de él.
También requieren que aquellos que disfrutan tal dicha permanezcan en esa morada de reposo eternamente, sin sufrir el dolor del cese y de la separación. Porque tal como el cese de dolor es una forma de placer, así también el cese de placer es una forma de dolor, uno que tan infinita generosidad no está dispuesta a tolerar. Entonces requiere de la existencia de un paraíso eterno y de suplicantes para permanecer en él eternamente.
La generosidad infinita y la munificencia desean otorgar infinitas bendiciones e infinita amabilidad. El otorgamiento de infinitas bendiciones e infinita amabilidad requiere a su vez infinita gratitud. Esto necesita de la existencia perpetua de aquellos que reciben todas las bondades y constantes bendiciones. Un disfrute insignificante, amargado por el cese, y que dura sólo por un breve periodo de tiempo, no es compatible con los requisitos de la generosidad y munificencia.
La generosidad infinita y la munificencia desean otorgar infinitas bendiciones e infinita amabilidad. El otorgamiento de infinitas bendiciones e infinita amabilidad requiere a su vez infinita gratitud. Esto necesita de la existencia perpetua de aquellos que reciben todas las bondades y constantes bendiciones. Un disfrute insignificante, amargado por el cese, y que dura sólo por un breve periodo de tiempo, no es compatible con los requisitos de la generosidad y munificencia.
Observa también las diferentes regiones del mundo, cada una como una exhibición donde se exponen las artesanías de Allah. Presta atención a las proclamas de la dominación en manos de todas las plantas y animales sobre la faz de la tierra[Note-1] y escucha a los profetas y a los evliyas, los heraldos de las bellezas Divinas. Ellos unánimemente demuestran las perfecciones sin fallas del Creador Glorioso al demostrar Sus artes milagrosas, y así invitan a las miradas de los seres humanos.
[Note-1]
El Creador de este mundo tiene, entonces, perfecciones muy importantes, sorprendentes y secretas. Es esto lo que Él desea demostrar por medio de Sus artes milagrosas. Porque la perfección secreta y sin fallas desea manifestarse ante aquellos que lo apreciarán, admirarán y lo observarán maravillados diciendo ¡Ma’shallah!. La perfección eterna requiere de la eterna manifestación. Semejante manifestación eterna a su vez requiere de la existencia perpetua de aquellos que la aprecian y la admiran. El valor de la perfección siempre se hundirá en la mirada de su admirador si éste carece de existencia perpetua [Note-2]. Nuevamente, los seres bellos, artísticos, brillantes y adornados que cubren la faz de la tierra, dan testimonio de la justicia de una belleza sin igual y trascendente, e indican los encantos sutiles de una hermosura inigualable y oculta, tal como la luz atestigua el sol [Note-3]. Cada manifestación de esa belleza sagrada y trascendente indica la existencia de incontables tesoros ocultos en cada uno de los Nombres de Allah. Ahora, una belleza tan exaltada, inigualable y oculta, tal como desea ver su propia belleza en un espejo y contemplar los niveles de su belleza en un reflejo animado y anhelante, así también desea volverse manifiesta, para mirar su propia belleza a través de los ojos de los demás. Es decir, desea ver a su propia belleza de dos maneras; primero, al contemplarse a sí misma en espejos de variados colores; y segundo, a través de la mirada de los testigos anhelantes hacia ella misma, de perplejos admiradores de su belleza.
[Note 2 y 3]
En breve, la belleza y la justicia desean ver y ser vistas. Ambas requieren de la existencia de testigos anhelantes y admiradores perplejos. Y ya que la belleza y la justicia son eternas y perdurables, sus testigos y admiradores deben tener una vida perpetua. Una belleza eterna no puede nunca estar satisfecha con admiradores transitorios. Un admirador condenado a la separación irreversible descubrirá que su amor se convertirá en enemistad una vez que él conciba la separación. Su admiración cederá ante el ridículo, su respeto ante el desprecio. Porque tal como un hombre obstinado es un enemigo de lo que él desconoce, así también se opone a todo lo que yace más allá de su alcance, y el amor que no es infinito responderá a una belleza que merece la admiración interminable con enemistad implícita, odio y rechazo. De esto entendemos la profunda razón de la enemistad con Allah de los incrédulos.
Entonces la generosidad y la munificencia interminables, la justicia y la belleza inigualables, la perfección sin fallas; todo requiere de la existencia de suplicantes y admiradores eternamente agradecidos y anhelantes. Pero vemos en este hospedaje del mundo que todos dejan rápidamente y se desvanecen, habiendo sólo probado esa generosidad, suficiente para estimular su apetito pero no para saciarlo, y habiendo visto sólo una luz tenue de la perfección, o más bien una sombra débil de su luz, sin que de ninguna manera queden completamente satisfechos. Por consiguiente, que los seres humanos vayan a un lugar de felicidad eterna donde todo les sea otorgado en completa medida.
En breve, tal como este mundo, con todos sus seres, decisivamente demuestra la existencia del Creador Glorioso, así también Sus atributos y Nombres sagrados indican, muestran y lógicamente requieren de la existencia del Más Allá.